TEXTOS
Carolina Di Paola – Fiat Lux
Por María Carolina Baulo
Hay algo que se oculta detrás de un acto que sostiene su manifestación de manera continua y sistemática, que encierra un enigma, un misterio que se protege pero que al mismo tiempo, busca ser descubierto, desentrañando. El atractivo de lo incierto, lo invisible, lo que no se puede nombrar, puede ser también un universo infinito de riquezas impensadas para la mente curiosa que enfrenta, no sin temor, lo desconocido.
Carolina Di Paola trabaja pensando en energías, conexiones, contrastes entre lo dicho y lo silenciado, lo oscuro y lo luminoso con un amplio manejo de recursos plásticos y audiovisuales, soportes y formatos que investiga creativamente. Esto impacta en cada una de sus series donde encontramos coherencia conceptual en su producción en general. Empezando por la obra “Luxis” (2017), compuesta de luces led y telas, allí la artista introduce de lleno algunos de sus temas de interés: la idea de lo infra leve y la desmaterialización en la abstracción atravesada por la luz como una metáfora abierta de la vida misma. Poco a poco empieza a cobrar importancia aquello que Carolina denomina “instalaciones pictóricas-lumínicas” donde suma el lenguaje del video. Por ejemplo en “Cells” (2019-21) implementa novedosas resoluciones materiales: elabora para esta pintura instalativa una pasta de fórmula propia a base de polímeros, resina, fibra, tela embastada, pintura acrílica y en aerosol. Esta pieza sale al espacio sosteniéndose de manera colgante acompañada de una cadencia de iluminación en tres tiempos. La video instalación “Quantum”(2018) continúa utilizando la luz como herramienta mediante la incorporación de objetos que aluden a universos internos y externos desconocidos, planteado a través de una experiencia inmersiva entre imágenes, sonido y movimiento, el acercamiento a una posible síntesis entre el plano físico y el metafísico. El espacio empieza a transformarse en un elemento plástico en sí mismo y piezas como las mencionadas son la antesala de las instalaciones propiamente dichas.
“Camino a través de la luz para volver a las raíces" (2018) es una suerte de ensayo sobre la memoria que cobra la forma de una instalación urbana con objeto pictórico, desarrollada en el contexto de una residencia artística en Berlín. Una vez más, apoderándose de un lenguaje poético, la artista reflexiona sobre aquello que viene grabado en nuestra genética, nuestras capacidades y saberes, potencialidades y fragilidades, estableciendo un vínculo simbólico, íntimo con los orígenes, con sus ancestros oriundos de esas tierras y donde la forma circular cobra protagonismo. Es interesante observar cómo dicha obra emplazada en el casco urbano, recibiendo el impacto del sol, proyecta luces y sombras -hasta entonces invisibles- que refractan en las arquitecturas dando cuenta, una vez más, de los fenómenos imperceptibles que nos rodean y de los cuales no tenemos conciencia alguna. Siguiendo la línea de este trabajo y sumando lo performático, la instalación “Cenizas de Luz” (2022) reafirma los procesos anteriores. Nuevamente en el marco de una residencia de arte en este caso en Epecuén, la obra analiza el proceso de transmutación de la materia donde una suerte de “semilla-portal”, cual ofrenda a los antepasados, vuelve a recurrir a la potencia de la luz hasta convertirse en polvo. Aquello que en 2018 comenzaba a manifestarse en Alemania, ahora se desarrolla y cierra, en tres etapas en Argentina: una “Ofrenda”, instalación sitio específico en Lago Epecuén/Puesto del Salado; una acción performática “Ritual” donde el fuego hace transmutar la ofrenda devolviendo el polvo al territorio y finalmente la video instalación “Cenizas” donde los “restos” descansan en una suerte de urna de acrílico, acompañados por un registro fotográfico de la acción. Se cierra el círculo abierto en Berlín: de la semilla a la vida, de la plenitud a la decadencia, devastación y muerte y, en esa maravillosa operatoria de la existencia misma, el regreso a la vida. El célebre concepto filosófico de Nietzsche del eterno retorno.
Me gustaría cerrar destacando algunas piezas singulares de los últimos tiempos que manifiestan todo lo abordado en este breve relato. El dibujo en grafito sobre tela “Wifi interno” (2020) así como el conjunto de 12 dibujos realizados en materiales secos sobre papel “Wifi interno 2020” (2021), responden a ese continuo reflexionar sobre el ser, sobre el desarrollo de una serie de conexiones internas durante el período pandémico, buscando el diálogo con uno mismo en tiempos de aislamiento. Trabajos una vez contenidos por los márgenes, ahora rompen los marcos expandiendo la energía, intentando detener la alienación y, al decir de la artista, “como fugas eléctricas sin fin”, estallan en obras tales como “Constelación energética” (2022) y “Virtualidad interna-¿Metaverso?” (2022) de la serie “Fuera de marco” (2021). Allí el grafito, el carbón prensado y el lápiz sobre tela -ya sin el soporte del bastidor- muestran las cicatrices en sus bordes como un trofeo de guerra, un grito de libertad.
Carolina Di Paola es dueña de una sensibilidad aguda. Más allá de su amplia y destacada educación formal en el campo de las artes visuales -incluyendo estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, talleres con destacados artistas, residencias nacionales e internacionales -, más allá de manejar soportes y lenguajes multidisciplinarios en sus obras -dibujo, fotografía, video, objetos escultóricos, instalaciones pictóricas-lumínicas, pintura y sitios específicos- es ella una mujer portadora de una mirada aguda, entrenada por una manera de observar, preguntar y percibir el mundo que no se adquiere pero sí se desarrolla. Línea y luz entran en diálogo permanente en el trabajo de Carolina en todas sus manifestaciones: la línea dibuja la trama, diseña el camino, establece las rutas y puntos de comunicación pero, paradójicamente, en ese trazado la línea se enreda, se vuelve densa en la maraña, se hace críptica y se convierte un laberinto a descifrar, en un pasadizo secreto. Entonces la luz intenta aclarar la incertidumbre, cual metáfora de la razón humana que todo quiere nombrarlo. Pero nuevamente, al igual que la línea, lo que la luz pueda revelar no deja de señalar que es solo la punta del iceberg de algo muy superior que no hay claridad que nos haga comprenderlo y que debemos aceptar desconocer. Es en la aceptación de lo incomprensible donde nos hacemos verdaderamente libres. Es ése el sendero elegido por Carolina.
Lic. María Carolina Baulo, Noviembre 2022
La línea ofrece una dirección - o más de una-
Por María Paz Garaloces
“La creación vive en tanto que génesis bajo la superficie visible, bajo la envoltura de la obra. Es eso lo que ven retrospectivamente todas las naturalezas espirituales”.
Paul Klee
La línea ofrece una dirección.
Líneas poligonales, zigzagueantes. Rectas, diagonales y transversales. Curvas, onduladas, regulares e irregulares con más o menos énfasis en su recorrido, acentuando o disminuyendo su grosor, su espesor y su cadencia. Divergentes y quebradas, se encuentran, colapsan o siguen paso. Líneas volumétricas que mutan. ¿En qué momento la línea se convierte en otra cosa? ¿Cómo y cuándo cambia de aspecto? ¿Qué es lo que motiva esa transformación?
Mojones, lagunas y relieves, largos hilos y unidades celulares. Los recorro como si pudiera tocarlos: texturas rugosas cosquillean mi piel. Mis ojos rozan la porosidad de un cuadro que no es exactamente un cuadro –¿un mapa?–, de un dibujo que es escultura, de un objeto que es pintura, de una instalación que es performance.
En la obra de Carolina Di Paola la línea recorre el lienzo para crear paisajes. Una línea que se crea en tensión. Emerge el trazo con fuerza –¿de dónde surge?–, su cuerpo ejerce presión sobre la tela, sus rodillas friccionan la superficie, sus brazos, piernas y tibias se deslizan danzando, dejándose ir lejos hacia algún –¿otro?– lugar.
El tiempo se detiene, la luz del sol atraviesa la ventana del taller. Un espacio de trabajo que es también laboratorio: un lugar para la experimentación tecnológica donde Carolina diseña fórmulas vivas a base de distintos materiales: tiza, polímeros, aglutinantes. Pigmentos –como el blanco de titanio y el marfil–, látex. Arena. Grafito y carbonillas. Resina. Sal. Textiles. Piedras de mica. Cada material aporta un comportamiento específico y hacen química entre sí: gradaciones, rugosidades, opacidades y transparencias, viscosidad, dureza, cristalización.
Los materiales bombean, emiten fuerza. Vuelven a bombear, respiran. La mano se pone en movimiento para recomenzar el ciclo que ha iniciado. Alquimia, cambio y recambio. Regiones, áreas, lugares que responden a un movimiento suelto, ágil, que escapa a la rigidez. Sin aplomo, con fluidez y volatilidad. Punto, línea y plano se lanzan al cosmos para volver a caer a tierra con otro peso, otra cadencia, desde otra posición. La brutalidad del fuego los desintegra. Ahora son cenizas.
A través de distintas técnicas plásticas, Di Paola imprime formas y texturas que atrapan la superficie, invitándonos a descubrir la presencia de lo latente –¿lo invisible?–. En palabras de Paul Klee: “La fuerza creadora escapa a toda denominación, en último análisis permanece como un misterio indecible. Pero no un misterio inaccesible incapaz de conmovernos hasta lo más hondo. Nosotros mismos estamos cargados de esta fuerza hasta el último átomo de médula (...)”.
Carolina Di Paola es artista visual, su trabajo es el resultado de años de investigación, aprendizaje y oficio. Oficio construido a través del ejercicio sostenido de pintar, dibujar, grabar y esculpir, medios que expresan la forma de lo que se va formando. Su arte es escucha y contemplación. El silencio: su motor. Una obra que se manifiesta a través de un cuerpo y que invita al cuerpo a manifestarse en ella. La obra se va haciendo en un estado atencional pleno.
El tiempo se detiene. Un haz de luz atraviesa su obra.
La luz es fuente de energía. Se propaga en línea recta, se refleja cuando llega a una superficie reflectante y cambia de dirección cuando pasa de un medio a otro. Un factor incidental presente en casi todas las piezas de Di Paola.
En el trabajo de Carolina, la luz no es sólo un componente pictórico sino un recurso transversal que afecta directamente la percepción que tenemos de su obra. Luz natural, luz atmosférica o luz artificial revelan que hay más de una cara, que hay volúmenes, que hay aristas y espesores, que hay puntos y coordenadas, que el dibujo no es sólo dibujo, que la mancha no es sólo mancha. Asimismo, la luz aporta color y una determinada temperatura.
Paralelamente, investiga el lenguaje de las artes audiovisuales creando piezas de videoarte y fotografía que documentan el comportamiento, los pasajes, las sonoridades, las mutaciones y la transformación de la materia en sus dibujos, pinturas, instalaciones o sitios específicos. Secuencias de imágenes que nos brindan la posibilidad de presenciar las múltiples expresiones de un mismo asunto.
Alguna vez oí a Carolina decir que el ser humano es un prisma infinito y que la luz es el elemento que permite develar su profundidad y complejidad.
La línea es el rastro que deja el cuerpo al moverse en el espacio.
María Paz Garaloces
Primavera 2022, Buenos Aires, Argentina.